En 1967, cuando Lamberto Marcantonini fundó nuestra empresa, ya tenía la expresión de quienes saben mirar lejos y anticiparse al futuro. Su eclecticismo, su fuerte vocación por la ciencia, obviamente, junto con su tenacidad y su determinación, le ayudan en el proyecto que tiene en mente para nuestra sociedad: hacer de Marcantonini una empresa innovadora que cree un valor concreto para sus clientes.
Su pragmatismo y su visión de futuro no solo se ven reflejados en su trabajo, sino también en otro sector al que se ha dedicado con gran pasión desde principios de los años 70: la política.
Su ambición de garantizar a la comunidad una dedicación puramente cívica, para crear valor para sus conciudadanos, lo ha llevado a ser elegido varias veces alcalde de la ciudad de Bettona, la última fue en 2016.
A él se deben muchos pequeños objetivos importantes para nuestra ciudad, entre los cuales nos gusta citar algunos ejemplos pensados para el futuro de la ciudad:
los jóvenes.
De hecho, en 1974, gracias a su intervención, el Ayuntamiento compró unos locales que durante muchos años fueron utilizados como almacén, para crear el gimnasio de la escuela de la cuidad; una promesa cumplida por el joven Lamberto, que, junto con sus compañeros de clase, se veía obligado a hacer gimnasia al aire libre, respirando el aire contaminado por el azufre que se usaba para curar los campos.
En 2010, esta vez como empresario, a esa misma escuela donó un reloj solar, completamente construido y realizado en nuestros establecimientos. Un instrumento antiguo y con un gran simbolismo, que nos recuerda nuestro fuerte vínculo con la tierra y los ciclos de la naturaleza. Una herencia y un recordatorio para los jóvenes, para que siempre recuerden de dónde vienen, en dondequiera que estén. Medio ambiente, seguridad, cultura, obviamente, junto con el ahorro energético y las importantísimas infraestructuras: personas y territorio, estas son las batallas en las que le hemos visto comprometido en estos años como administrador público; una verdadera pasión que, tras 50 años, no disminuye.
